ASIPLA y sus desafíos como gremio frente a la Ley REP

“Creemos que es la gran política pública para avanzar hacia la economía circular en Chile”, dice Magdalena Balcells, gerente general de la asociación.

La Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje, conocida como Ley REP, existe desde el año 2016. Su implementación ha sido gradual, fijando seis productos prioritarios para recuperar un porcentaje de ellos una vez que han terminado su vida útil y se transforman en residuos: aceites y lubricantes, aparatos eléctricos y electrónicos, baterías, pilas, neumáticos y envases y embalajes.

En septiembre de 2023 la ley REP estará en vigor por completo.

Un actor relevante desde el origen ha sido la Asociación Gremial de Industriales del Plástico, ASIPLA, instancia que desde hace casi 70 años trabaja representando un sector que hoy reúne a más de 90 empresas a lo largo de toda la cadena de valor del plástico, desde proveedores de materias primas y maquinarias, transformadores de distintas aplicaciones plásticas que abastecen a todos los sectores productivos del país, hasta recicladores, gestores, empresas de logística y otros servicios relacionados con el rubro.

Magdalena Balcells, gerente general de la organización, está en contacto permanentemente con todos los asociados, apoyando en terreno el trabajo que realizan para adaptarse a los tiempos, y responder a las normativas vigentes. Como gremio se han propuesto el desafío que el plástico sea visto como un recurso valioso y no como un residuo, aportando en un modelo de economía cada vez más circular.

En la vinculación con la industria de alimentos, el plástico como material para envases y otros usos es objeto de duras críticas por sus impactos negativos en el medio ambiente, pero también se le reconoce su importante contribución al desarrollo de este sector.  ¿Cuál es su opinión al respecto?

El presidente de ASIPLA siempre dice: “El mayor atributo del plástico es su resistencia y durabilidad, pero a la vez es su peor condena”. Si bien el plástico es un material con una infinidad de atributos como higiene, durabilidad, flexibilidad, resistencia, costo-eficiencia, es un material que tiene que ser descartado de manera muy responsable para evitar los impactos que produce en el medioambiente. Su durabilidad hace que, en lugar de descomponerse, se reduzca a mínimas partículas que generan contaminación por microplástico. Sin embargo, si logramos descartar bien este material, existe la potencialidad de poder volver a incorporarlo a la cadena productiva. Quizás no para volver a estar en contacto directo con alimentos, pero si hay muchas aplicaciones en las cuales se puede incorporar el plástico reciclado sin generar impactos negativos, ni al medioambiente ni al producto que está conteniendo o al servicio que está prestando.

¿Qué rol ha jugado la innovación en la industria del plástico en Chile y ahora en los temas de reciclaje?

En esta industria la innovación es parte de la realidad de todos los días. Si bien el plástico se puede ver como un commodity, han ocurrido grandes desarrollos a lo largo de su historia, sobre todo en el mundo de los empaques, como por ejemplo en el desarrollo de barreras, empaques multicapas y también pouch. En la industria existe una visión común respecto a evitar el sobre uso, pero no existe un material que genere los mismos beneficios.

Respecto a los temas de reciclaje, si bien podemos tener la mejor voluntad de reciclar y reincorporar este material a la cadena productiva, existen ciertos productos que dado el residuo que generan en los empaques, no los hacen reciclables. Se piensa que lavando ese envase se puede reciclar, pero hay que considerar también la huella de agua que se genera, especialmente en un país donde la crisis hídrica es cada vez mayor. La recomendación es mirar el efecto global de las medidas.

En la industria vemos cómo se está innovando, en el trabajo con monomateriales o reduciendo los espesores, que buscan mecanismos de recolección más efectivos para poder reincorporar el material a una cadena de reciclaje. La industria también ha innovado en multicapas pero de un solo material, lo que hace al envase 100% reciclable, pudiendo llegar a contener alimentos altamente perecibles y que, gracias a estos desarrollos, ya no lo son.

Al cambiar el plástico por cualquier otro material, es importante evaluar si tiene la capacidad de asegurar la conservación del alimento. La pérdida de alimentos es responsable del 8%-10% de la emisión global de los gases de efecto invernadero, entonces estos procesos hay que mirarlos en su globalidad. Hay que encontrar el mejor equilibrio entre el tipo de alimento, el tipo de empaque y el material de ese empaque. Si no somos capaces de tener una mirada global y holística es imposible llegar a soluciones óptimas.

El 2023 es un año importante para la industria con la implementación completa de la Ley REP. ¿Cómo se han preparado?

Creemos que la Ley REP es la gran política pública para avanzar hacia la economía circular en Chile.

¿Lo logra todo? No lo logra todo, porque aquí no hay balas de plata. Son temas complejos con muchas variables y forma parte de un gran sistema. Si bien la ley REP es el gran paraguas, necesita algunos complementos. En otros países se ha implementado con éxito, pero ha sido un proceso lento y complejo, porque son muchos los actores que participan, incluyendo a la ciudadanía. Esto implica un fuerte cambio cultural y los cambios no ocurren de un día para otro.

En septiembre de este año comienza a regir el cumplimiento de metas de la Ley REP en Chile y dentro de los productos prioritarios están los envases y embalajes. Por eso el 2023 será un gran año no solo para nosotros, sino que también para el país.

¿En concreto cómo va a funcionar el sistema de gestión?

El sistema de gestión hará un seguimiento de todo el proceso desde que el productor de alimentos los elabora y los entrega al mercado, habiendo tenido previamente que encontrar el mejor empaque posible para poder llegar a lugares remotos y que los alimentos se conserven en buen estado. El sistema de gestión le prestará el servicio a la empresa de alimentos en la recolección de residuos, porque no es experta en este tema, pero sabe que es su responsabilidad hacerse cargo de ese pasivo ambiental, que se generaba en la lógica de una economía donde se producía, consumía y descartaba. Ahora se buscará producir, consumir, descartar, recuperar y volver a producir. Ese es el modelo de la economía circular.

¿Y los consumidores están preparados para apoyar este proceso?

¿Cómo me aseguro de recuperar si las fuentes de descartes son los hogares de todos los chilenos? Es algo impracticable pensar que una empresa recolectora A, va a ir buscar sus envases y otra empresa B, va a hacer lo mismo con los suyos. Más impracticable resulta esperar que sean los ciudadanos que separen los envases por tipos, para que los recolectores puedan rescatarlos en las puertas de sus hogares. En esa lógica, hay que trabajar un sistema muy eficiente, pero también muy intuitivo en la recolección, fácil de aplicar por las personas y consumidores finales, y que además no sea excesivamente costoso para los municipios o los gestores de residuos, para que puedan rescatarlos y hacer una separación posterior, es decir un pretratamiento. Sabemos que es difícil, caro y lento. Muchos miran ejemplos de Europa y se preguntan por qué no estamos igual. Ante eso, es importante recordar que ellos llevan 40 años trabajando en esa materia. Queremos llegar a los mismos niveles que ellos alcanzaron, pero tenemos que hacerlo en 12 años. De todas maneras, creo que vamos muy bien encaminados.