Programa Agrosimbiosis apuesta por sumar empresas y desarrollar patentamientos y pilotos a escala industrial
La iniciativa liderada por el Centro de Biotecnología de Sistemas de la Universidad Andrés Bello desarrolla proyectos de I+D para empresas de la agroindustria, que les permiten controlar y minimizar sus impactos ambientales, adaptarse a los desafíos del cambio climático e implementar innovación circular a lo largo del ciclo de vida de sus productos y procesos.
El Programa Agrosimbiosis (https://agrosimbiosis.cl), lanzado este 2024, surgió gracias a la adjudicación del Programa Tecnológico de Transformación Productiva ante el Cambio Climático (PTECCC) de Corfo y es liderado por el Centro de Biotecnología de Sistemas de la Universidad Andrés Bello (CSB UNAB), en coejecución con el Centro Tecnológico de Cataluña Eurecat y Univiveros.
“Cuando hablamos de transformación productiva de cara al cambio climático o transformación productiva de cara al desarrollo productivo sostenible, este programa tiene todos los elementos. Nuestros desafíos ponen en jaque una actividad económica que, por cierto, es la que alimenta no solo a los chilenos, sino también al mundo. Por lo tanto, hacernos cargo a partir del desarrollo de tecnología ad-hoc a los procesos productivos de Chile, es fundamental y aquí hemos encontrado un portafolio de proyectos. Desde Corfo, estamos tratando de empujar la transferencia efectiva de estas tecnologías, que resuelvan problemáticas específicas, a través de la colaboración con el sector privado”, destacó Fernando Hentzschel, gerente de Capacidades Tecnológicas de Corfo.
El Programa Agrosimbiosis, que tiene un horizonte de 5 años y lleva solo 8 meses de operación, constituye una de las iniciativas que forman parte de la Hoja de Ruta del Programa Transforma Alimentos. Su foco son empresas de agro y alimentos entre las regiones de Coquimbo y Los Lagos que busquen incorporar I+D para aportar sostenibilidad a sus procesos, avanzando hacia una mayor producción adaptándose a los desafíos del cambio climático y reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero.
De acuerdo con María Carolina Peña, directora alterna de Agrosimbiosis, la iniciativa se articula bajo cuatro líneas de investigación y desarrollo: 1) Optimización de uso de suelo y agua, donde se busca incorporar herramientas moleculares para la caracterización microbiológica de suelos de cultivo y, de esta manera, intervenirlos sustentablemente, fomentando una mejor estructura y retención de humedad. 2) Ecosistemas agrícolas, que consiste en impulsar una mayor biodiversidad del paisaje agrícola para que servicios ecosistémicos como la polinización de abejas nativas y la presencia de insectos enemigos naturales de plagas favorecezcan una producción más sostenible. 3) Obtención de bioproductos de alto valor a partir de residuos, en la que, mediante tecnología, se obtienen biocompuestos desde materias primas y descartes de la agroindustria para su incorporación como ingredientes de nuevos alimentos o nutracéuticos. 4) Obtención de biofertilizantes, a partir de residuos orgánicos de la agroindustria, que al ser tratados con microorganismos especializados permiten la obtención acelerada de sustratos agrícolas, en un proceso de economía circular.
A corto plazo, el programa se ha planteado involucrar a más empresas que se relacionen entre sí, utilizando los residuos orgánicos de unas como materia prima para otras, de manera de materializar el concepto de la Agrosimbiosis. A mediano plazo, su propósito es que las cuatro líneas de investigación den frutos, como patentamiento y pilotos a escala preindustrial.
“Queremos estar en terreno, más que en el laboratorio. Y, a largo plazo, esperamos tener muchos productos y servicios en la industria, porque buscamos que este programa sea transformador: hacer de la agroindustria un sector sostenible. En la medida que logremos esto, las empresas asociadas a Agrosimbiosis van a tener productos más competitivos, mejor llegada a mercados extranjeros y ver esto no como un costo, sino como una inversión para obtener un mejor retorno, con estándares cada vez más valorados en mercados a nivel global. Ese es el desafío: hacer este acompañamiento a las empresas, incorporando tecnología para agregar valor”, afirmó Pilar Parada, directora de CSB UNAB y del Programa Agrosimbiosis.
El programa tiene a Univiveros y Eurecat como coejecutores y cuenta con un creciente número de empresas asociadas, las cuales pueden entrar y salir cuando lo requieran durante los cinco años que dura el programa. El modelo consiste en realizar con ellas proyectos de uno, dos y hasta tres años máximo, flexibles y adaptados a sus necesidades. “Ojalá que los beneficiarios atendidos sean muchísimos”, agregó Parada.
En este sentido, Pilar Parada, señala que el nexo con Transforma Alimentos es fundamental. “Estamos convencidos de que este es un trabajo conjunto. La idea es tener a Transforma como un aliado para llegar a otros lugares, donde quizás no llegamos desde las universidades. Mientras más unidos estemos todos los actores del ecosistema, creo que vamos a ser mucho más efectivos”, recalcó.
La mirada de la startup
La visión de las empresas, como potenciales beneficiarias del programa, es crucial para prospectar su interés. “Las startups o las empresas no tenemos tan claro algo tan simple como cuáles son las métricas de sustentabilidad, y uno de los focos de este programa es tener todos esos datos. Es un insumo sumamente importante, conocer la huella de carbono de un determinado ingrediente o contar con un análisis de data que, por lo general, es difícil de interpretar, y ese cálculo te permite llegar a nuevos clientes. Hoy en día, son generalmente plataformas de pago, que obviamente para un emprendedor es más difícil tener acceso. Lograr enlazar a tres actores que para mí son fundamentales: la gran empresa, la startup y la academia, es tremendo”, valoró Francisca Schäfer, fundadora de la startup Frankles, dedicada al desarrollo de saborizantes naturales para bebidas con Inteligencia Artificial (IA).