“El papel de la gran industria en la innovación es clave”

Jaime Labbé, gerente de Riesgos Estratégicos y gerente de Calidad e Innovación de PF Alimentos.

Productos Fernández S.A. tiene una historia de 120 años en la industria de alimentos en Chile. Nació en 1903 como una empresa familiar de cecinas y a lo largo del tiempo se transformó en la primera compañía en utilizar técnicas de frío para la elaboración, conservación y distribución de productos que, en la actualidad, abastecen 60 mil puntos de venta en todo el país, desde tres complejos industriales donde se ubican seis plantas productivas, la principal en la región del Maule.

Desde 2010 ampliaron su oferta de producción, lo que trajo consigo un cambio en el nombre de su marca a PF Alimentos. En 2012 comenzó a funcionar su Centro de Calidad, Investigación y Desarrollo con instalaciones de equipamiento de laboratorio para trabajar en innovación por medio de unidades de microbiología automatizada, química e instrumental, paneles sensoriales y una cocina experimental.

Jaime Labbé es gerente de Riesgos Estratégicos y gerente de Calidad e Innovación, en la compañía que durante los últimos años ha desarrollado un importante trabajo de conexión y que ha sido fundamental para desarrollarse en el ecosistema a través de la participación en iniciativas como el programa Transforma Alimentos, donde forma parte del Comité Estratégico, Sofofa Hub, el consorcio de Ingredientes Funcionales y Alimentos Naturales, IFAN, entre otras y también en iniciativas vinculadas al trabajo con la academia, desde las universidades junto a sus investigadores.    

¿Dónde radica el interés de PF Alimentos -cuál es su visión- respecto de este trabajo que releva la colaboración y la innovación?

Entendemos que la base de la innovación es colaborativa. Por más esfuerzo que uno haga, interno, siempre va a necesitar del apoyo de esta red y nos ha hecho mucho sentido después de varias iniciativas que hemos desarrollado en conjunto con ecosistemas sectoriales alimentarios, pero también digitales (…) la innovación se trabaja en red, se trabaja en forma colaborativa. Uno necesita aportar a ese desarrollo de la innovación en el sector de alimentos porque estamos en una actividad económica que permite hacerlo. Nosotros, además, estamos en el corazón agrícola de Chile y es una macrozona que tiene mucha orientación hacia los alimentos, hacia la exportación y, además, somos una empresa de alimentos que tiene 120 años, que siempre ha innovado.

 Más allá del estado natural de competencia en el rubro de alimentos, ¿tienen instancias de colaboración con otras grandes empresas?

Hay un concepto de innovación interno que tiene mucho que ver con desarrollar nuevos productos para nuevos mercados o para los mismo consumidores y clientes. Tiene que ver con la innovación de adyacencia. Nosotros estamos en esa línea, no en aquella que es más disruptiva. Y puedo decir que los otros actores han sido colaborativos. Nos hemos encontrado en iniciativas, por ejemplo, en Innova Match, que la organizó la aceleradora de negocios Chrysalis en Valparaíso y ahí nos encontramos con empresas como Agrosuper y otras, pero también hemos estado en iniciativas propias, como fue el Digitaliza Maule, un desafío hacia los emprendimientos digitales de la región. Ahí tuvimos profesionales de Agrosuper, preguntando e interiorizándose sobre este trabajo que hicimos con los emprendimientos y esos emprendedores que, a la vez, podían promocionar este producto a un nivel mucho más validado. Ahí teníamos empresas de la competencia.

¿Y todos trabajando con mirada de innovación?

Por supuesto. A nosotros nos toca encontrarnos con diversas empresas de alimentos que están trabajando fuerte en innovación. Un ejemplo muy interesante es Granotec. Para nosotros es un referente. Granotec que, incluso, forma parte de gobernanzas y financia gobernanzas que son de tipo nacional, lidera este gran programa que es IFAN e impulsa un programa consorciado dentro de la hoja de ruta de Transforma Alimentos, que es un programa consorciado entre universidades y empresas. Hay empresas que desarrollaron un polo de innovación en Marchigüe, donde fuimos invitados. Hay muy buenos ejemplos. Hay otras empresas que están mirando esto recién y forma parte de este proceso de aprendizaje que tienen que ir desarrollando las empresas de acuerdo con la cultura de innovación. Porque muchas veces se ve muy de producto, pero la innovación es colaborativa. Se trabaja en red.

¿Cuál es su visión respecto de los desafíos que enfrenta hoy la industria de alimentos?

Mi visión es absolutamente positiva y creo que estamos en un momento propicio para emprender, propicio para apalancar instrumentos de fomento, propicio para la conexión entre distintos actores, el encadenamiento de ciertas iniciativas y creo que tenemos tanto la materia prima como los espacios para hacer innovación. Tenemos unicornios insertados en el mundo y lo que se ve afuera es que el tema de innovación alimentaria está muy activo y obedece a los grandes desafíos que tiene el sector, porque está sometido a cambios de hábitos de consumo. Hay desafíos muy importantes respecto de la sostenibilidad y la industria va a tener un papel muy importante para alimentar a la población en crecimiento que habrá de aquí al 2050. Estamos aportando mucho al dinamismo a este sector y tengo una mirada súper positiva.

¿Hay temas que estén en deuda todavía en este trabajo colaborativo?

Desde el punto de vista de la participación de las grandes empresas todavía está faltando. Hay ejemplos internacionales como Food Valley en Holanda, que cuenta con un gran hub de alimentos que ha generado mucho conocimiento, mucha transferencia tecnológica y ha sido uno de los factores de éxito de un país que tiene un territorio pequeño pero que exporta una cantidad impresionante, y ha logrado tecnificar y automatizar muchos de sus procesos, sobre todo en el ámbito agrícola. También hay ejemplos interesantes en Israel, que van por ese camino. Son países que han logrado entender que la participación de la gran industria es fundamental. Food Valley está uno de los principales centros de innovación alimentaria del mundo y es una empresa, una transnacional, que es Unilever, y que ahí está puesta, con una empresa grande en el directorio y está impulsando iniciativas macro. A pesar de que hay gran industria haciendo buenos ejercicios de innovación, todavía falta empaquetamiento asociativo, podemos decir, para reforzar esto y aquí en Chile Transforma Alimentos está haciendo un gran trabajo en ese sentido.

¿Qué le parece el trabajo de una iniciativa como Transforma Alimentos?

Tenemos que estar orgullosos de lo que se ha construido. Uno constantemente está viendo necesidades de generar instancias público-privadas, que incluyan a la academia, y ahora se está incorporando la sociedad civil en una cuádruple hélice. Y en algunos rubros, incluso, los veo como anhelo de generar estas instancias con carácter nacional y que puedan impulsar una visión en común, que apalanquen una serie de proyectos, que sean habilitantes para el sector al cual se están desarrollando y que exista una gobernanza que lo haga, una hoja de ruta. Todo eso lo tiene Transforma Alimentos. Son pocas las instancias de colaboración en torno a la innovación para un sector completo donde hay reuniones, desafíos, objetivos e indicadores. Hay una tremenda red con miles de actores que están girando en torno a esta visión común. Tenemos que sentirnos orgullosos y a la vez desafiados, porque el mundo de los alimentos está cambiando. Tenemos nuevas generaciones demandando otro tipo de preocupaciones, como aquellas que son del ámbito de la sostenibilidad. Ya no podemos estar sacrificando los recursos del futuro para las innovaciones actuales, sino que las innovaciones van a tener que ir con ese eje transversal de la sostenibilidad. Transforma Alimentos, es un actor importante para el desarrollo de la cultura de innovación en el ecosistema.

¿Cómo observa el rol de la academia en el desarrollo de I+D y formación profesional en el sector de alimentos?

Yo tengo cercanía a tres universidades y conozco muy bien esos casos. Uno de la Pontifica Universidad Católica de Chile a través de su Centro de Innovación, con quienes estamos desarrollando un programa bien interesante, de largo plazo y que apunta a gestión de la innovación, cultura de innovación y todo lo que tiene que ver con esta conexión con el I+D aplicado que, en el fondo articula las necesidades de las empresas y está muy cerca de ellas.

El otro ejemplo que conozco bien, que es la Universidad de Talca, con la cual tenemos un memorándum de entendimiento que funciona transversalmente. Hay una vicerrectoría de innovación donde instalan capacidades de innovación desde el alumnado y la innovación es un eje transversal a toda la universidad y desde PF Alimentos hemos sido parte de alguna de ellas.

La última en la que estamos trabajando desde el año pasado es la plataforma de innovación de la Universidad Católica del Maule, en un proyecto INES (Innovación en Educación Superior) adjudicado donde nosotros somos una empresa que forma parte de ese directorio, para instalar capacidades de innovación en esa universidad. Esta plataforma le brinda espacio al investigador para poder llevar investigaciones a TRL avanzados y hacer la conexión de transferencia tecnológica a la industria.

El papel de la gran industria en la innovación es clave. En la medida que logremos generar estas instancias de colaboración, los docentes y los alumnos se van a ir con una idea mucho mejor y van a ocupar su intelecto para desarrollar algo más ajustado a las necesidades del mercado y nosotros vamos a poder hacer transferencias tecnológicas con tasas de éxito mayor.