Reconstruyendo para mejor: vivir una emergencia climática
Durante el recién pasado 2020, predecir qué dirección seguiría la industria de alimentos global requería ser capaz de navegar en la ambigüedad de un mundo bajo pandemia. Ahora, este 2021 no está libre de matices. Te invitamos a revisar varias de las fuerzas que están transformando al consumidor y, por ende, transformarán también la forma de comercializar y consumir alimentos.
Por Maria Coronado y Allison Angus
El consumidor desea participar en una “nueva normalidad” más amable, más justa y más ecológica que la “normalidad pre-pandémica”. Un futuro positivo que es más respetuoso con las cosas que realmente importan, las personas que amamos y el planeta en que vivimos.
La sostenibilidad es cada vez más una prioridad para los consumidores. Solo semanas antes de que la Organización Mundial de la Salud declarara el Coronavirus una pandemia en marzo de 2020, el 55% de los consumidores se sintió empoderado para crear un cambio positivo a través de sus acciones diarias, un incremento de 10% desde 2015.
En 2020, la ética se ha posicionado en lo más alto de la agenda del consumidor con el movimiento Black Lives Matter el que exigió a los gobiernos poner fin a la brutalidad policial tras el asesinato de George Floyd. Si bien el enfoque sobre los problemas sociales prevalecerá en 2021, se espera que el lado ambiental emerja más fuerte que antes de COVID.
Francia está considerando el “ecocidio” (el daño extenso al medio ambiente) como un delito nacional. Por ley, los directores ejecutivos de empresas o ministros de gobierno considerados responsables de la destrucción del medio ambiente se enfrentarían a multas que pueden llegar hasta los 4,5 millones de euros o 10 años de prisión efectiva.
En medio de una pandemia, el cambio climático sigue siendo una gran preocupación pública en todo el mundo, con un tercio de los consumidores preocupados por sus impactos. Los gobiernos están bajo presión para tomar medidas, y 33 países han declarado una emergencia climática. La acción climática se vincula con la idea de “Construir para mejor” y con el COVID-19 como catalizador en la transición hacia una economía neta cero.
El año 2015 fue un significativo punto de inflexión en la concientización climática, con la firma del Acuerdo de París y el lanzamiento de los Objetivos de Sostenibilidad de las Naciones Unidas. El 2020 será un punto de inflexión para la acción climática con consumidores conscientes del clima prestando más atención al impacto ambiental de sus productos.
En 2020, las marcas han respondido con compromisos audaces para reducir su huella de carbono y algunas de ellas están introduciendo etiquetas de carbono en productos alimenticios para educar a los consumidores sobre el impacto de sus compras de comestibles. Quorn fue la primera marca importante en anunciarlo en febrero de 2020. Cuatro meses después, Unilever anunció el uso de etiquetas de carbono en 70.000 de sus productos, y Upfield, la compañía propietaria de Flora y Proactiv, planea hacer lo mismo para fines de 2021.
El brote del virus ha cambiado los hábitos de los consumidores, ejerciendo presión sobre la demanda, la producción y los ingresos, destacando los costos socioeconómicos y ambientales ocultos de un enfoque en la conveniencia y la rentabilidad. La pandemia también ha demostrado los impactos positivos que las marcas pueden tener en las personas y el planeta cuando actúan con un propósito desinteresado.
Todas las miradas están puestas ahora en las empresas y en sus esfuerzos por anteponer el propósito a las ganancias en un momento en que la crisis sanitaria se está convirtiendo en una de las peores recesiones registradas. A pesar del panorama económico desfavorable, hay un atisbo de optimismo con las empresas de todas las industrias que planean fuertes inversiones en iniciativas de sostenibilidad entre 2020 y 2025.
Estas inversiones no solo apuntan a mejorar la imagen y reputación de la marca, sino que también se realizan con la convicción de que dejar atrás el enfoque “business as usual”, dejando a un lado la competencia y las rivalidades, tiene sentido económico a la hora de luchar contra los problemas globales.
El mundo se encuentra en una encrucijada que abre nuevas posibilidades para traspasar los límites de los modelos de negocios tradicionales basados en un sistema económico que no es capaz de resolver los problemas actuales. Las decisiones que las empresas y los gobiernos tomen hoy darán forma al mundo del mañana.
Lo que parece claro después de la crisis del COVID-19 es que la sostenibilidad no es una herramienta de marketing: es vital transformar las empresas para estar listas para el futuro.
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Agradecemos la gentileza de Euromonitor International por permitirnos reproducir este contenido. Si quieres profundizar en esta y otras tendencias te recomendamos revisar el documento “Las 10 principales tendencias globales de consumo para 2021”.