Álex Godoy, experto en sostenibilidad y cambio climático: “Nuestro problema es que la industria depende de la tecnología provista por otros mercados”
Según el Director de CISGER, Chile debe avanzar en el desarrollo de soluciones que apunten a necesidades locales, que nos ayuden a ser más resilientes y menos vulnerables ante las amenazas climáticas.
Chile está la altura tecnológica de otros países de la región, desde avances de los sistemas agrícolas hasta la producción de alimentos. Al ser exportador, debe contar con un alto estándar para responder adecuadamente a mercados exigentes, como el europeo y estadounidense. Sin embargo, pese a esto, la industria alimentaria se ha mostrado reaccionaria, dependiente de una cadena de suministros (supply chain) a nivel global y de los avances tecnológicos de otros mercados que proveen de dichos insumos.
Así lo reconoció el director del Centro de Investigación en Sustentabilidad y Gestión Estratégica de Recursos (CISGER) de la Universidad del Desarrollo, miembro del Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) y, recientemente, integrante del Comité Científico Asesor del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación para el Cambio Climático, Álex Godoy.
“Packaging, nuevos fertilizantes, soluciones basadas en la naturaleza, agroecología a nivel local, o agricultura regenerativa, usualmente son importadas desde otras latitudes. Chile ha sido fuertemente azotado por las amenazas climáticas, por lo que somos vulnerables y nos falta avanzar en llevar la innovación a la aplicación de desarrollos locales, más que simplemente ser dealers e importar, extraer materias primas y exportar”, explicó.
¿Qué importancia das a la gestión de los recursos hídricos y la energía en la sostenibilidad de la industria alimentaria?
-Son claves. Las amenazas climáticas nos invitan a innovar en la eficiencia del uso de los recursos hídricos, buscar nuevas estrategias o, incluso, cambiar productos. No se trata de producir lo mismo, sino de exportar alimentos más elaborados, que incrementen el valor de lo exportado. La producción por hectárea, por ejemplo, en numerosos alimentos de todo el mundo se ha ido reduciendo. La solución rápida sería plantar más, pero significa más insumo, más suelo, más agua, que es solucionar la pérdida de productividad, mediante la extensión y, a lo mejor, es al revés: si sacamos un subproducto de la materia prima, que puede ser cualquier cultivo, seremos capaces de reducir el impacto por margen de producción por hectárea.
Esto nos tiene que llevar a pensar en qué hacemos con los residuos, cómo los utilizamos y reducimos las pérdidas en toda la cadena alimentaria. De un tercio a la mitad de la producción de alimentos se pierde, desde la extracción hasta el procesamiento de alimentos, y eso significa que todos los recursos que usas de agua, insumo, fertilizante, etc., también. Para revertir eso, necesitamos capacidades, habilidades y también innovación tecnológica. Empalmar esas tres cosas es complejo, requiere también de capacidad de la toma de decisiones.
¿Cómo ves tú que la Hoja de Ruta que ha estado trabajando Transforma Alimentos junto a diversos actores de la industria, podría contribuir?
-Se plantea como una especie de plan cíclico, con herramientas muy específicas, consensuadas, pero también con uso de metodologías, que permiten rankear y medir el impacto. Ejercicios similares ocurrieron antes en Chile, como en otras partes del mundo, donde se planteaban acciones, pero sin algo tangible. Creo que esta Hoja de Ruta es bastante distinta, mucho más innovadora y que podría ser tomada como ejemplo por los otros Programas Transforma.
¿Se podría aplicar alguna experiencia internacional exitosa a Chile o debe mirarse como un caso único?
-Los territorios son distintos. Cada uno tiene sus particularidades. Una solución en un sistema agroalimentario que funciona en el norte del país podría no resultar en el sur. Entonces decir “esto funcionó en Alemania”, no indica que sea copiable para Chile. Hay fascinación con lo que se ve en países que consideramos más desarrollados, sin embargo, existen soluciones en países menos desarrollados, que se ajustan mucho más a la realidad nacional. Necesitamos tomar las grandes tendencias y aplicar innovación en soluciones puntuales en los territorios.
Comentaste respecto a la contribución del sector del conocimiento en generar soluciones más sustentables ¿Qué rol también deberían tomar los gobiernos y el sector privado?
-El Estado debe ser un promotor en el incremento de la resiliencia del sector agroalimentario o de cualquier sector y velar por la reducción de sus vulnerabilidades, enfrentando las amenazas. Desde el punto de vista del sector privado, debe trabajar de la mano del Gobierno y los instrumentos de financiamiento, para llevar a las empresas al siguiente nivel y que éstas se mantengan en el tiempo, junto con confiar más en la ciencia. Para eso, necesitamos un cambio cultural y la hoja de ruta de Transforma Alimentos apunta, justamente, en esa dirección.
Estás participando en el Comité Científico Asesor del Ministerio de Ciencia para el Cambio Climático y diriges el CISGER de la U. del Desarrollo, ¿cuál son sus objetivos?
-El objetivo del Comité es velar porque los instrumentos de gestión que se derivan de la Ley del Cambio Climático, tengan la mayor cantidad de decisiones de política, basadas en la evidencia. Nos toca ser revisores del avance de la inserción de la ciencia en la estrategia de cambio climático a largo plazo, planes de adaptación, planes de mitigación, planes sectoriales y obviamente los de acción de resiliencia climática.
En el Centro trabajamos, principalmente, en tres grandes áreas: Gestión de Recursos Hídricos, Energía (desde el punto de vista de la Gestión de la Demanda, no de la Gestión del Suministro) y en Economía circular (lo que tiene que ver con balance de flujo, materiales entre países exportadores y cómo eso nos impacta transversalmente unidos por la logística, operaciones y cadena de suministro). Abordamos temas de política, ciencia básica y también de ingeniería.